À. CASTIÑEIRA y J. M. LOZANO, profesores de Esade (URL) - LA VANGUARDIA (16-04-2008)
La expresión techo de cristal es cada vez más popular. Alude a la existencia de un obstáculo invisible que impide el progreso en la carrera profesional de las mujeres en las empresas, especialmente cuando se acercan a la cumbre.
- La idea de invisibilidad se justifica porque su existencia no es explícita, pero sus consecuencias son muy visibles. Y aquí no hay dudas, porque los datos las muestran: baja presencia en los niveles directivos, diferencias salariales, desigual carga de trabajo, etcétera.
La pregunta, sin embargo, es si la misma expresión nos encamina o no a la solución del problema. El uso de metáforas e imágenes para pensar los retos de la gestión nunca es gratuito ni inocente. Desde la mano invisible hasta las redes, las imágenes y metáforas nos han ayudado a pensar las realidades organizativas, a definir y justificar políticas, o a impulsar líneas de investigación. La pregunta es qué oculta la metáfora del techo de cristal.
Lo que ilumina es incontrovertible. Pero oculta tres aspectos que merecerían una reflexión. En primer lugar, pone más el acento en los límites para el ascenso que en la situación general de las mujeres, porque se preocupa más del acceso a la función que de la situación de la persona: a veces el techo de cristal es más un problema de la directiva que de la cajera.
En segundo lugar, nos focaliza en el techo y diluye la crítica sobre el edificio. Y la pregunta es si existe un techo de cristal como algo aislado, o por cómo está diseñado y construido el edificio. Lo que debería preocuparnos no es sólo el techo de cristal, sino si es posible vivir humanamente en este edificio: ¿el problema es quién puede ascender y a qué precio, o si es posible vivir y actuar como personas en algunas estructuras empresariales vigentes?
Como consecuencia de lo anterior, transmite la idea de que los problemas de género solo podrán resolverse con soluciones de género. Véase, por ello, como aún se enfoca el debate sobre la conciliación en clave de género, cuando no se limita a un enfoque familiarista. O cómo se ignora la existencia de un techo de cristal para aquellos hombres que no se identifican con los patrones de conducta de un macho alfa. Más que de sólo romper el techo de cristal, a lo mejor de lo que se trata es de repensar los modelos organizativos y los estilos de dirección y liderazgo. Sean para hombres o para mujeres. Quizás hemos de inventar nuevas metáforas.
La expresión techo de cristal es cada vez más popular. Alude a la existencia de un obstáculo invisible que impide el progreso en la carrera profesional de las mujeres en las empresas, especialmente cuando se acercan a la cumbre.
- La idea de invisibilidad se justifica porque su existencia no es explícita, pero sus consecuencias son muy visibles. Y aquí no hay dudas, porque los datos las muestran: baja presencia en los niveles directivos, diferencias salariales, desigual carga de trabajo, etcétera.
La pregunta, sin embargo, es si la misma expresión nos encamina o no a la solución del problema. El uso de metáforas e imágenes para pensar los retos de la gestión nunca es gratuito ni inocente. Desde la mano invisible hasta las redes, las imágenes y metáforas nos han ayudado a pensar las realidades organizativas, a definir y justificar políticas, o a impulsar líneas de investigación. La pregunta es qué oculta la metáfora del techo de cristal.
Lo que ilumina es incontrovertible. Pero oculta tres aspectos que merecerían una reflexión. En primer lugar, pone más el acento en los límites para el ascenso que en la situación general de las mujeres, porque se preocupa más del acceso a la función que de la situación de la persona: a veces el techo de cristal es más un problema de la directiva que de la cajera.
En segundo lugar, nos focaliza en el techo y diluye la crítica sobre el edificio. Y la pregunta es si existe un techo de cristal como algo aislado, o por cómo está diseñado y construido el edificio. Lo que debería preocuparnos no es sólo el techo de cristal, sino si es posible vivir humanamente en este edificio: ¿el problema es quién puede ascender y a qué precio, o si es posible vivir y actuar como personas en algunas estructuras empresariales vigentes?
Como consecuencia de lo anterior, transmite la idea de que los problemas de género solo podrán resolverse con soluciones de género. Véase, por ello, como aún se enfoca el debate sobre la conciliación en clave de género, cuando no se limita a un enfoque familiarista. O cómo se ignora la existencia de un techo de cristal para aquellos hombres que no se identifican con los patrones de conducta de un macho alfa. Más que de sólo romper el techo de cristal, a lo mejor de lo que se trata es de repensar los modelos organizativos y los estilos de dirección y liderazgo. Sean para hombres o para mujeres. Quizás hemos de inventar nuevas metáforas.
Qué curioso, y paradógico para mí, porque es una publicación hecha por dos hombres. Quizás las mujeres entre nosotras mismas nos saboteamos, como el famoso dicho de los cangrejos que no pueden salir de un lugar porque se sabotean entre ellos, ó somos más susceptibles socialmente, más humanitarias, no lo sé. Hasta ahora solo he visto que la mujer ha podido ascender socialmente o económicamente, porque se ha casado o tiene una pareja con muuuucho dinero y la ha ayudado, no he visto jamás a una mujer que haya ascendido por sí misma. Quizás haya mujeres, claro está, yo por propia ignorancia, no conozco a ninguna.
Qué curioso, y paradógico para mí, porque es una publicación hecha por dos hombres. Quizás las mujeres entre nosotras mismas nos saboteamos, como el famoso dicho de los cangrejos que no pueden salir de un lugar porque se sabotean entre ellos, ó somos más susceptibles socialmente, más humanitarias, no lo sé. Hasta ahora solo he visto que la mujer ha podido ascender socialmente o económicamente, porque se ha casado o tiene una pareja con muuuucho dinero y la ha ayudado, no he visto jamás a una mujer que haya ascendido por sí misma. Quizás haya mujeres, claro está, yo por propia ignorancia, no conozco a ninguna.