Principales conclusiones de la investigación de la Fundación Formación y Empleo Miguel Escalera sobre las características de quienes se emplean en el servicio doméstico:
Un 85% de las inmigrantes empleadas en el servicio doméstico en España no trabajaba en este ámbito en sus países de origen.
La ausencia de un mapa ocupacional genera una falta de proyección en la trabajadora hacia puestos de mejor categoría. Por mucho que se esfuerce y se conciencie en realizar acciones de formación continua es improbable que ello la conduzca a puestos de superior nivel y por lo tanto a mejorar su situación actual. Su profesionalización contribuiría a poner en valor su trabajo y acotar sus funciones.
Los dos tipos de perfiles generales del servicio doméstico son el de limpieza y el del cuidado de personas dependientes, que requeriría mayor responsabilidad por parte de las empleadas.
Entre los aspectos más importantes en el momento de la contratación, destacan la comprensión de la lengua española, seguido por el haber realizado en España cursos de formación continua relacionados con el puesto de trabajo. Los menos valorados son la formación o experiencia adquiridas en sus países de origen.
A diferencia de lo que ocurre en otros sectores, en el servicio doméstico, el grado de permanencia es muy alto, y no debido a la estabilidad laboral y las posibilidades de promoción profesional, sino en la gran mayoría de los casos, a la imposibilidad de migrar a otras ocupaciones por las que sienten mayor atracción como dependientas, peluqueras, modistas, secretarias o profesoras. En este sentido la baja concienciación hacia la formación continua es un factor que les resta opciones de transferencia a otros ámbitos.
Se puede lograr un mayor reconocimiento social para éstas trabajadoras mediante su profesionalización, la cual se podría alcanzar mediante la certificación oficial de sus conocimientos y capacidades, a través de una oferta formativa modular y asociada al Catálogo Nacional de las Cualificaciones. Esto favorecería la movilidad voluntaria hacia otros sectores.
El 13,3% de las trabajadoras encuestadas poseen estudios superiores completos y en su mayoría no han conseguido homologar la formación de sus países de origen.
Respecto al tipo de relación laboral.
La modalidad de trabajo, en el 48% de los casos se trataba de “externa por horas”, en casi el 30% la de “externa fija” y sólo un 22% de las trabajadoras eran “internas”. La sospechada precariedad laboral se constata, un 45% de las encuestadas no tienen contrato por escrito o poseen contratos temporales, sólo un 10% tiene contrato indefinido.
Más de la mitad de las trabajadoras admiten haber cotizado en algún momento en el Régimen Especial de Empleados de Hogar.
Tomado del artículo de Esmeralda Sanz: Inmigración y Servicio Doméstico. Revista Trabajadora, número 23, febrero de 2007. Páginas 24-25
Un 85% de las inmigrantes empleadas en el servicio doméstico en España no trabajaba en este ámbito en sus países de origen.
La ausencia de un mapa ocupacional genera una falta de proyección en la trabajadora hacia puestos de mejor categoría. Por mucho que se esfuerce y se conciencie en realizar acciones de formación continua es improbable que ello la conduzca a puestos de superior nivel y por lo tanto a mejorar su situación actual. Su profesionalización contribuiría a poner en valor su trabajo y acotar sus funciones.
Los dos tipos de perfiles generales del servicio doméstico son el de limpieza y el del cuidado de personas dependientes, que requeriría mayor responsabilidad por parte de las empleadas.
Entre los aspectos más importantes en el momento de la contratación, destacan la comprensión de la lengua española, seguido por el haber realizado en España cursos de formación continua relacionados con el puesto de trabajo. Los menos valorados son la formación o experiencia adquiridas en sus países de origen.
A diferencia de lo que ocurre en otros sectores, en el servicio doméstico, el grado de permanencia es muy alto, y no debido a la estabilidad laboral y las posibilidades de promoción profesional, sino en la gran mayoría de los casos, a la imposibilidad de migrar a otras ocupaciones por las que sienten mayor atracción como dependientas, peluqueras, modistas, secretarias o profesoras. En este sentido la baja concienciación hacia la formación continua es un factor que les resta opciones de transferencia a otros ámbitos.
Se puede lograr un mayor reconocimiento social para éstas trabajadoras mediante su profesionalización, la cual se podría alcanzar mediante la certificación oficial de sus conocimientos y capacidades, a través de una oferta formativa modular y asociada al Catálogo Nacional de las Cualificaciones. Esto favorecería la movilidad voluntaria hacia otros sectores.
El 13,3% de las trabajadoras encuestadas poseen estudios superiores completos y en su mayoría no han conseguido homologar la formación de sus países de origen.
Respecto al tipo de relación laboral.
La modalidad de trabajo, en el 48% de los casos se trataba de “externa por horas”, en casi el 30% la de “externa fija” y sólo un 22% de las trabajadoras eran “internas”. La sospechada precariedad laboral se constata, un 45% de las encuestadas no tienen contrato por escrito o poseen contratos temporales, sólo un 10% tiene contrato indefinido.
Más de la mitad de las trabajadoras admiten haber cotizado en algún momento en el Régimen Especial de Empleados de Hogar.
Tomado del artículo de Esmeralda Sanz: Inmigración y Servicio Doméstico. Revista Trabajadora, número 23, febrero de 2007. Páginas 24-25
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