En los últimos años las tasas de empleo y actividad siguen una tendencia ascendente y las diferencias entre mujeres y hombres se van reduciendo hasta tal punto que en la actualidad de la provincia de Valencia, ya no se puede afirmar (como en el 2º y el 3er trimestre de 1999) que la tasa de empleo de los hombres duplica a la de las mujeres.
Actualmente siguen observándose desigualdades de género en el mercado de trabajo: la tasa de empleo de los hombres es superior a la de las mujeres, pero además, mientras las diferencias en las tasas de empleo entre hombres según estado civil (solteros/casados) son mínimas, las mujeres casadas tienen una tasa de empleo muy inferior a la de las solteras; hay ocupaciones en las que se contrata prioritariamente a hombres y otras en las que se contrata principalmente a mujeres; en relación con lo anterior, según la zona geográfica que observemos encontraremos que en algunas de ellas las diferencias en el número de contratos que se realiza a hombres y mujeres son mayores que en otras (en 2006 según datos proporcionados por el INEM en la ciudad de Valencia el 52,43 % de los contratos correspondió a los hombres, en L´Horta Nord los contratos celebrados con hombres ascendieron al 60,54 % y en el Camp de Morvedre al 62,85 %)
El 8 de Marzo se celebra, entre otras cuestiones, porque es grave que estas diferencias sigan existiendo, y para indicar que lo más grave es que haya quien las asuma por ser normales, en el sentido de frecuentes, como si las frecuencias no se pudieran modificar. En este sentido, las chicas se lo están “currando” para cambiar esa “normalidad” y para acceder a estudios y empleos tradicionalmente “masculinizados” y esto a su vez provoca otros cambios culturales que nos llevan hacia una sociedad más igualitaria entre géneros. La incorporación de la mujer al mercado de trabajo es afortunadamente imparable e irreversible y no se debe a que esté cumpliendo con un papel de fuerza secundaria de trabajo que se activa en los momentos de expansión y se retira en los de recesión.
El cambio que las mujeres están impulsando sin duda se dará, pero se facilitaría si se continuase, desde el ámbito público y privado, fomentando y dotando de contenido real a las medidas integrales que permitan modificar el entramado cultural que es el mercado de trabajo a fin de construir una sociedad más próxima a las necesidades que muchas mujeres y hombres actualmente tenemos, pues como último dato indicaré, esperando que no sea tomado como apología del matrimonio o su contrario, que en la actual sociedad, según datos del Instituto Valenciano de Estadística, con independencia del sexo, en la provincia de Valencia las personas que suelen presentar las mejores tasas de empleo son las separadas y divorciadas.
Actualmente siguen observándose desigualdades de género en el mercado de trabajo: la tasa de empleo de los hombres es superior a la de las mujeres, pero además, mientras las diferencias en las tasas de empleo entre hombres según estado civil (solteros/casados) son mínimas, las mujeres casadas tienen una tasa de empleo muy inferior a la de las solteras; hay ocupaciones en las que se contrata prioritariamente a hombres y otras en las que se contrata principalmente a mujeres; en relación con lo anterior, según la zona geográfica que observemos encontraremos que en algunas de ellas las diferencias en el número de contratos que se realiza a hombres y mujeres son mayores que en otras (en 2006 según datos proporcionados por el INEM en la ciudad de Valencia el 52,43 % de los contratos correspondió a los hombres, en L´Horta Nord los contratos celebrados con hombres ascendieron al 60,54 % y en el Camp de Morvedre al 62,85 %)
El 8 de Marzo se celebra, entre otras cuestiones, porque es grave que estas diferencias sigan existiendo, y para indicar que lo más grave es que haya quien las asuma por ser normales, en el sentido de frecuentes, como si las frecuencias no se pudieran modificar. En este sentido, las chicas se lo están “currando” para cambiar esa “normalidad” y para acceder a estudios y empleos tradicionalmente “masculinizados” y esto a su vez provoca otros cambios culturales que nos llevan hacia una sociedad más igualitaria entre géneros. La incorporación de la mujer al mercado de trabajo es afortunadamente imparable e irreversible y no se debe a que esté cumpliendo con un papel de fuerza secundaria de trabajo que se activa en los momentos de expansión y se retira en los de recesión.
El cambio que las mujeres están impulsando sin duda se dará, pero se facilitaría si se continuase, desde el ámbito público y privado, fomentando y dotando de contenido real a las medidas integrales que permitan modificar el entramado cultural que es el mercado de trabajo a fin de construir una sociedad más próxima a las necesidades que muchas mujeres y hombres actualmente tenemos, pues como último dato indicaré, esperando que no sea tomado como apología del matrimonio o su contrario, que en la actual sociedad, según datos del Instituto Valenciano de Estadística, con independencia del sexo, en la provincia de Valencia las personas que suelen presentar las mejores tasas de empleo son las separadas y divorciadas.
Etiquetas: mujer indicadores
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